miércoles, 11 de mayo de 2016

Jonás y la ballena

Jonás era un hombre bueno que había sido escogido por Dios para predicar en la ciudad de Nínive. Nínive era una ciudad donde habían personas muy malas y por eso Dios quería que Jonás fuera allí para que los habitantes de esa ciudad cambiaran su forma de ser. Pero Jonás, a pesar de ser un hombre bueno, decidió huir en un barco hacia otro lugar en dirección opuesta porque le daba miedo ir a Nínive.
Entonces cuando Dios vio esto, quiso darle una lección a Jonás. Entonces hizo que el barco en donde iba, pasase por una gran tormenta. El barco se mecía muy fuerte de un lado para otro. Hasta que Jonás se dio cuenta de que había hecho mal en huir de Dios y que la tormenta era por causa suya. Jonás le pidió a los marineros que lo arrojen al mar porque era su culpa que estuvieran pasando por esa peligrosa tormenta. Los marinero no quisieron arrojarlo y no le creían lo que decía.
Entonces Jonás tuvo que saltar él mismo al mar. Inmediatamente Jonás cayó al agua, se calmaron las aguas y todo volvió a estar tranquilo. Pero ocurrió algo inesperado. Jonás fue tragado por un pez grande (una ballena). Jonás, muy asustado, empezó a orar a Dios para pedirle perdón por su desobediencia. Luego de 3 días de estar dentro de la ballena, Jonás por fin fue arrojado por el pez en una isla. Jonás estaba más que agradecido y le prometió a Dios de que iría a Nínive a predicar su palabra y que nunca más lo desobedecería.
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Tarde o temprano la desobediencia nos trae consecuencias negativas. No hay que esperar a ser castigados para entender las cosas.

Goliat y el pequeño David

Hace mucho tiempo, cuenta la biblia que durante el reinado del rey Saúl, había un joven llamado David que era muy valiente. Aunque era muy pequeño a comparación de los soldados, él ayudaba en el campamento en la guerra que el pueblo de Israel tenía contra los Filisteos. Un día un gigante muy pero muy enorme llamado Goliat, salió al frente de batalla y dijo a los israelitas:
—A ver israelitas. ¿Hay alguno de ustedes que quiera enfrentarme? ¡Ja ja ja! ¡Ninguno de ustedes me puede vencer!
Entonces los israelitas tenían temor porque Goliat era muy grande y fuerte. Pero David le dijo al rey Saúl:
—Déjame pelear. Yo puedo vencerlo.
—Pero David, tú eres muy pequeño. ¿Cómo podrías ganarle tú a Goliat?
—Yo puedo vencerlo. Sé que Dios no dejará que Goliat me venza y yo tendré la victoria.
Entonces el rey Saúl que no le creía a David totalmente, por fin decidió dejar que David pelee con Goliat solo para ver qué podría hacer. David apenas tuvo el permiso del rey, se fue al río y consiguió unas piedras muy lisas. Luego se fue al campo de batalla.
— ¡Ja ja ja! ¿Este enano va a pelear contra mí? ¡Ja ja ja! En menos de 10 segundos lo venceré y lamentarán haber sacrificado la vida de este joven al ponerlo frente a mí.
—Yo te demostraré que puedo vencerte a pesar de mí tamaño. Dios está de mi lado y yo confío en él.
Goliat se reía, mientras que David puso en su honda una de las piedras que había recogido en el río para utilizarla como proyectil. David, seguro de sí mismo, empezó a darle vueltas a su honda agitándola circularmente. Goliat se seguía riendo pero en un momento sorpresivo David le lanzó la piedra directamente a la frente.
¡Goliat no pudo hacer nada!
Entonces en ese momento cuando los filisteos vieron la derrota de Goliat, todos se fueron corriendo y los israelitas ganaron la guerra.

El sabio rey Salomón

Salomón era hijo del rey David. Salomón siendo muy joven, fue elegido por Dios para gobernar a su pueblo. Salomón no tenía muy claro cómo podría gobernar al pueblo de Dios siendo tan joven. Un día mientras dormía, oyó una voz que le decía:
—Salomón, Soy el señor tu Dios y he decidido permitirte que me pidas un deseo.
—Señor, soy muy joven y lo que más deseo ahora es que me des sabiduría para poder tomar buenas decisiones y poder guiar a tu pueblo.
—Como no has pedido riquezas ni propiedades sino sabiduría, he decidido entregarte mucha sabiduría pero no solo eso sino que además tendrás muchas riquezas y serás un gran hombre. Todos te respetarán y oirán de ti y tu sabiduría.
—Gracias señor, te prometo que no defraudaré.
Entonces Salomón ahora tenía más confianza en sí mismo. Unos días después, al palacio del rey salomón vinieron dos mujeres a visitarle. Ellas se estaban peleando por la posesión de un bebé. Cada una decía que el bebé era suyo pero eso era imposible pues solo una de ellas tenía que ser la madre verdadera.
La primera de ellas le decía al rey Salomón que en la mañana despertó con un bebé que era el suyo y que estaba muerto.
La segunda mujer decía que eso era mentira y que la primera lo estaba inventando para quedarse con su hijo.


Daniel en el foso de los Leones

Esta es una historia bíblica para niños  muy bonita en donde se observa la gran fe que puede tener un hombre en momentos difíciles y salir sano y salvo.  El profeta Daniel era un muchacho que había llegado a Babilonia con Sadrac, Mesac y Abed-nego. El rey estaba muy a gusto con estos hombres porque eran trabajadores y muy honestos. Se les dio siempre los trabajos más importantes y esto hacía que los demás trabajadores del rey se pusieran celosos. El nombre del rey era Darío y a él le agradaba mucho la forma de ser de Daniel. Él sabía que Daniel era un buen trabajador por lo que decidió poner a cargo de Daniel todo el reino. Los otros siervos del rey eran muy celosos de Daniel y trataron de encontrar algún motivo para poner en problemas a Daniel. Ellos estaban tratando de conseguir que el Rey Darío lo botara del reino, pero Dios cuidaba mucho a Daniel de sus enemigos y no le podían encontrar ningún motivo.
Finalmente estos hombres dijeron unos a otros: “No podemos encontrar alguna razón para que el rey arroje a Daniel del reino porque es muy obediente de las órdenes que da el rey Darío. La única manera en que Daniel podría llegar a desobedecer al rey es si es que hubiera una ley en contra de su dios. Así que se fueron a ver al rey Darío, y dijeron: “¡Oh, gran rey, eres tan maravilloso que nadie debe orar a nadie más que tú.” El rey dijo: “¡Esa es una gran idea!” Entonces los hombres continuaron: “Todos deben hacer esto y cualquier persona que rece a algún dios debe ser arrojado al foso de los leones.” Los trabajadores mintieron y dijeron que todos los que trabajaban para el rey estaban de acuerdo, pero por supuesto no se le había hablado a Daniel de esta idea, porque sabían que él no estaría de acuerdo. El rey no sabía esto, así que se hizo la ley y no podría ser cambiada. Cuando Daniel se enteró sobre la nueva ley, hizo lo que siempre hacía. Se fue a casa a una habitación de arriba y abrió las ventanas que daban a la ciudad. Tres veces ese día puso de rodillas y oró a Dios como siempre lo había hecho.
Estos hombres iban en grupo a la casa de Daniel y lo encontraron rezando y pidiendo a Dios por ayuda. Así que le avisaron inmediatamente al rey y le dijeron: “Su trabajador Daniel está ignorando sus órdenes. Lo hemos visto rezar a su Dios tres veces hoy.” Cuando el rey oyó esto, se puso muy triste. Realmente le caía bien Daniel y él no quería que muriera. Lo intentó todo para que cambie la ley para evitar que Daniel sea arrojado en el foso de los leones, pero los hombres se le acercaron y le recordaron que la ley no podía ser cambiada y Daniel tendría que ser castigado. Así que al final del día, el rey dio la orden, y trajeron a Daniel y lo echaron al foso de los leones. El rey dijo a Daniel: “Espero que tu Dios al que le rezas, te rescate.”
Una piedra grande y pesada se puso delante de la puerta en donde encerraron a Daniel y el rey volvió a su palacio con lágrimas en los ojos. Esa noche el rey Darío no podía comer ni dormir ya que estaba muy preocupado por lo que le pasaría a Daniel con los leones. Al día siguiente, en cuanto salió el sol, el rey se levantó y corrió al foso de los leones. A medida que se acercaba gritó: “Daniel, ¿pudo salvarte de los leones, tu Dios al que sirves y oras ?” El rey esperó en silencio una respuesta. Entonces, de repente, Daniel dijo: “Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió un ángel y les cerró la boca de los leones. Ellos no me han hecho daño, porque no he hecho nada malo”.
El rey saltó de alegría y de inmediato ordenó que Daniel fuera sacado del foso en donde estaba con los leones. Y cuando Daniel se salió, no había ni siquiera un rasguño en él, porque confiaba en Dios. El rey sabía que los hombres le habían engañado para castigar a Daniel así que el rey los castigó a ellos. Después el rey hizo una nueva ley y dijo: “El Dios de Daniel es grande, y todos en mi reino deben respetar a su Dios, que protegió a Daniel de los leones hambrientos.”
¿Qué te pareció esta historia de la biblia para niños ?

David, el rey de Israel

Hace muchos años hubo un oso que se llevaba un cordero para comérselo, pero un joven muy valiente llamado David que vio lo sucedido, lo siguió y rescató a la oveja que estaba muy asustada. David, cuando era solo un niño también salvó una oveja de las garras de un león. Este joven vivía en un pueblo llamado Belén y era hijo de Jesé, un pastor de ovejas a quien David ayudaba desde niño.
Un día Jehová le dijo a Samuel: Debes ir a casa de Jesé, lleva un aceite especial por que he escogido entre sus hijos al nuevo rey. Samuel, al ver a los hijos de Jesé pensó que el mayor de ellos era el escogido, pero Jehová dijo: No, no es él. Así fueron pasando de uno en uno hasta que después de ver a los 7 hijos de Jesé Samuel preguntó: ¿Estos son todos?

Y Jesé dijo: El menor está afuera con las ovejas. Samuel al ver a David supo que él era el escogido. Dios le dijo a Samuel: Es David el escogido, derrama sobre él el aceite, Samuel así lo hizo y pronto David se convirtió en el rey de Israel.